Cómo actuar ante el Acoso Escolar o Bullying

Mercedes Marabel Martínez. Psicóloga y mediadora familiar  


El Bullying o acoso escolar es una forma de agresión física o psicológica repetitiva, metódica y sistemática que se produce entre un alumno o grupo de alumnos, que son los acosadores, hacia otro estudiante que se convierte en el acosado o víctima.

  

Se estima que a lo largo de la vida escolar, uno de cada cuatro niños o niñas podrán ser acosados en un momento determinado. El 46% de los casos de bullying lo sufren menores entre once y trece años, pero este problema se está manifestando en niños a partir de los siete años de edad.

 

Las agresiones que un acosador utiliza para intimidar a su víctima se pueden clasificar  en:

  •  Agresiones físicas, como golpes, pellizcos, empujones...
  •  Agresiones verbales, que incluyen insultos o motes, burlas, menosprecios en público, resaltar defectos físicos, difundir  rumores, comentarios despectivos...
  •  Agresiones psicológicas, como intimidación, ridiculización, amenazas, hostigamiento...
  •  Exclusión social, caracterizado por coaccionar al acosado para realizar acciones contra su voluntad, expulsar de un grupo,  presentar una imagen suya negativa o distorsionada. 

  • Cyber-bullying, uso de medios telemáticos para insultar y humillar, realizar montajes fotográficos o de vídeo de mal gusto, suplantar la identidad para poner mensajes sin su consentimiento...

Este tipo de comportamientos hacia los acosados son difíciles de identificar, ya que suelen producirse en lugares donde no hay adultos, como el recreo, los pasillos,  el baño, el comedor, el transporte escolar, el móvil, las redes sociales,  etc.  Además, el acoso escolar no suele realizarse a un grupo, sino a niños concretos, que al sentirse amenazados e intimidados, les resulta muy complicado comunicar que están sufriendo esta situación de profundo malestar.

¿Quién puede acosar?

El menor con tendencia a acosar normalmente suele presentar dificultades para comunicarse y negociar sus deseos, es por ello que muestra un nivel de tolerancia a la frustración muy bajo, con falta de empatía, además de un elevado resentimiento.

 

En el ámbito familiar, este tipo de menores pueden contar con un modelo de educación inadecuado. Un ambiente familiar permisivo, carente de normas y límites claros, sin reglas ni control, que les puede llevar a no interiorizar bien la idea de que los derechos de uno deben convivir con los de los demás. En casos más extremos, los acosadores pueden convivir en un entorno indiferente, caracterizado por la ausencia de atención y de afecto. Aunque resulta muy difícil para los padres reconocer que su hijo presenta comportamientos disruptivos, es necesario detectarlo e  intervenir pronto, para corregir las conductas problema y evitar mayores dificultades en el futuro.

 

Que un niño sea acosador, no quiere decir necesariamente que toda su personalidad sea problemática, sino que seguramente su forma de resolver los conflictos y de relacionarse con los demás, no sea la adecuada. Acudir a un psicólogo infantil es imprescindible para trabajar individualmente con el niño, en vías de corregir los comportamientos disruptivos, entrenar en habilidades sociales y solución de problemas, así como, asesorar a los padres en el establecimiento de normas y límites que mejoren la situación de su hijo.  

¿Quién puede ser acosado?

El niño acosado no presenta un perfil determinado, pueden ser niños aislados, inseguros o débiles, o menores que destacan  por su aspecto físico, rendimiento académico, etc.

 

Algo que tienen en común estos pequeños, es la dificultad que presentan para comunicar su situación a los adultos de confianza, sobre todo a partir de los 10 a los 12 años. Lo normal es que el niño intente que el asunto pase desapercibido para los padres. Por ello, es muy importante, estar atentos para identificar si su hijo está siendo víctima de acoso escolar y actuar tempranamente para minimizar las consecuencias y, reducir las secuelas de está situación de hostigamiento. Las señales más importantes que nos van a permitir determinar si un menor está sufriendo bullying, son:

 

·        -  Señales físicas:  presencia de heridas, arañazos, golpes o moratones por el cuerpo sin motivo, ropa rasgada o rota, rotura de           material escolar o pérdida de dinero, etc.

·      - Cambios de comportamiento: miedo a la hora de ir al colegio poniendo excusas para faltar de forma recurrente, pasar mucho    tiempo en soledad y dejar de  salir con los amigos, descenso en el rendimiento escolar, cambios de humor muy acusados, tristeza,  nerviosismo,  llanto frecuente y sin motivo, etc.

·     - Señales psicosomáticas: problemas de sueño como insomnio, pesadillas, pérdida de apetito, sudoración, dolores de cabeza o    estómago, vómitos, diarrea, etc.  

¿Qué pasa si no actúo?

Si no se interviene contra el acoso escolar de manera adecuada durante la etapa escolar, existe un riesgo elevado de desarrollar problemas en la adultez. El menor que ha sufrido un acoso continuado, ve mermada su autoestima y su autoconcepto, lo que permite el desarrollo de trastornos emocionales relacionados con la introversión, el aislamiento o la timidez excesiva, que aumentan la probabilidad de presentar dificultades a la hora de establecer relaciones en otras áreas de su vida como el trabajo, la pareja, los amigos, etc. Esta situación genera excesiva ansiedad y estrés, que puede desembocar en un estado de ánimo depresivo con una alta posibilidad de autolesionarse o de mostrar comportamientos violentos de huida y escape.

   

Las consecuencias negativas también afectan a los agresores o acosadores, presentando a medio-largo plazo problemas relacionados con el abuso de sustancias, la participación en actos delictivos y los comportamientos violentos e impulsivos en las interacciones sociales. Todo ello, debido principalmente a que han aprendido erróneamente a conseguir sus objetivos de manera dominante, lo que dificulta poder mantener relaciones satisfactorias en el ámbito familiar y social.   

¿Qué podemos hacer los adultos?

Muchas veces tendemos a minimizar las peleas que se producen entre los niños y, hay veces que esas peleas esconden una continua y frecuente actitud fustigadora, cargada de insultos, vejaciones y menosprecios. Todas las personas tenemos derecho a ser tratados con respeto y dignidad, es por ello que como adultos, tenemos la  responsabilidad de abordar este problema y no dar la espalda a la realidad.

 

Las acciones que los adultos tenemos que llevar a cabo deben ir encaminadas a enseñar a los niños y niñas valores que fomenten la importancia de la aceptación y la tolerancia,  facilitar la expresión de sentimientos y emociones que beneficien su autocontrol, inculcar el manejo de conductas sociales positivas como el compañerismo, el respeto, la ayuda o la bondad y, mejorar su capacidad de resolución de conflictos.  

 

Para ello, es necesaria la actuación conjunta de los padres, el centro escolar y el psicólogo infantil, instaurando las medidas y pautas de actuación necesarias para afrontar el bullying que se produce entre los menores. Trabajar conjuntamente va a permitir, no sólo intervenir en la situación problemática, si prevenir que se repitan en el futuro estos comportamientos. El centro educativo va a trabajar con todo el grupo escolar en vías de obtener el resultado esperado, impidiendo y eliminando el acoso escolar. Por su parte, el psicólogo infantil interviene individualmente con el menor y con sus padres para abordar adecuadamente los comportamientos y eliminar las consecuencias emocionales negativas.

  

Para más información, consúltanos en el teléfono 626 331 443 o por correo electrónico en info@mediapsi.es.

 


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